“No tiene sentido bajo ideas convencionales. Estamos sugiriendo que algo que realmente no interactúa con nada está cambiando algo que no puede ser cambiado”.
Son las palabras del Dr. Ephraim Fischbach, investigador y profesor de física de la Purdue University.
En efecto, según las ideas convencionales, ciertas partículas llamadas neutrinos (justamente por ser de carga neutra y mínima masa) no pueden influir sobre el comportamiento de nada... y menos aun de las llamadas "constantes físicas", que por ser constantes, se las considera inmutables.
Sin embargo- y contra las expectativas de muchos- las ideas convencionales, muchas veces son ideas erradas: en el sentido más convencional del término errar.
No soy experto en física, pero haré lo posible por ser claro. De todas maneras, al final del artículo encontrarán la fuente original.
Actualmente, la física enseña que el ritmo al cual decae un material radioactivo es constante. En esta idea se sustena el uso de Carbono 14 para determinar la edad de determinados hallazgos, o el método utilizado para determinar la dosis adecuada de radiación para tratar pacientes con cáncer.
Al parecer, una investigación realizada por estudiosos de las Universidades de Stanford y de Purdue, ha entregado resultados desconcertantes, al sugerir que los neutrinos generados por el núcleo del Sol, están de alguna manera interactuando con partículas radiactivas en la Tierra, alterando sus ritmos de desintegración.
Estudiando los ritmos de decaimiento de isotopos radiactivos específicos (silicio-32, radio-226, manganeso-54), los investigadores notaron que el decaimiento de los ritmos radiactivos variaba según se estuviese en invierno o en verano. Ensayaron entonces explicaciones convencionales: que el tipo de clima estaba alterando el funcionamiento de los instrumentos de medición. Aunque esta explicación duro poco: hasta que el 13 de diciembre del 2006 notaron que el ritmo de desintegración del núcleo del manganeso-54 (isotopo de corta vida), disminuía ante el advenimiento de una tormenta solar (tormenta de plasma solar).
Finalmente, la teoría de los neutrinos fue reforzada por el hecho de que la alteración ocurrió en sincronía con la órbita elíptica de la Tierra alrededor del Sol: al estar más cerca del Sol, hay una mayor cantidad de neutrinos haciendo contacto con nuestro planeta. Los investigadores encontraron entonces un patrón recurrente de 33 días, lo cual fue sorprendente, dado que la mayoría de las observaciones solares habían entregado patrones de 28 días. Diferencia que fue explicada por la hipótesis de que el núcleo del Sol giraría más lento que su superficie.
"Todo apunta a que el Sol se está comunicando con los isotopos radiactivos en la Tierra", asegura el Dr. Fischbach; aunque nadie sabe cómo podrían interactuar con la materia radiactiva, alterando sus ritmos. Si la partícula responsable no es un neutrino, podría tratarse de algo desconocido, algo que sería aun más increíble, señalan los científicos.
Sea cuál fuere la explicación "definitiva", el descubrimiento pone en evidencia una interacción impensada entre el Sol y la Tierra, capaz de alterar y transformar toda la materia en nuestro planeta. Lo cual abre las preguntas ¿Qué efecto puede tener esta interacción con respecto al cuerpo humano? ¿¿Cuánto de cierto y cuánto de fábula hay, entonces, en las teorías New Age de la mutación genética colectiva? ¿Qué ocurrirá a partir del máximo solar que comienza en 2011 y culmina en 2013?
Pero también se pone en juego algo más importante aun, que jaquea- una vez más- nuestros tan naturalizados modos de pensar: que las ideas convencionales muchas veces son el primer obstáculo al progreso. Después de todo, la Ciencia de hoy es la superstición de mañana; y la Ciencia de mañana, es la superstición de hoy.
Fuentes:
Son sólo algunos de los mensajes del profeta argentino sobre el tema. Mensajes que, además, dejan vislumbrar la creación de estos nuevos órganos científicos de investigación y -en el mejor de los casos- los descubrimientos que podrían estar a punto de llevar a cabo. O mejor dicho: los descubrimientos por los que estarían dispuestos a dejarse sorprender.
